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Dejar que fluya





Los seres humanos somos realmente complejos, solo nos acordamos del que está arriba cuando pasamos por problemas graves en nuestras vidas.
Cuando lo hemos intentado todo y no conseguimos salida es que le exigimos a Papá Dios que nos solvente la vida; suplicamos que sea menos difícil y dolorosa para poder transitarla sin tantos desaciertos. Y al no ver los resultados que esperamos es cuando le reclamamos diciendo: ¡Hey! ¿Qué pasa? ¿No que Tú nos escuchabas siempre? ¿No dicen todos que lo que quieres es que seamos felices? ¿Por qué entonces permites que suframos tanto?
Y es ahí cuando nos empeñamos en decir que Él es ese Dios injusto, malo, castigador, que no nos ayuda. Cuando en realidad al momento en que pedimos olvidamos un pequeñito detalle, mínimo en realidad, pero súper difícil de lograr que es cederle el control total y completo de la situación,  y dejar que las cosas fluyan según su plan.
Nos empeñamos en resistirnos a esa fuerza maravillosa creadora que todo lo puede poniéndole trabas; sí son trabas. Porque cuando pedimos por determinada situación nuestro ego, esa parte terrenal del alma, nos lleva a querer elegir siempre, a tener la razón de todo siendo el mayor obstáculo entre nosotros y ese plan divino y perfecto que diseñaron para cada individuo. Así de simple. Si tan solo aceptáramos las situaciones a medida que se nos van presentando sin decir NO, sin pensar “si lo hago a mi manera puede salir mejor”, la vida podría ser más sencilla y la disfrutaríamos más.
Ahora bien, ¿de qué se trata?  Es simple: Ceder el control es aceptar sin resistirse, es dejar fluir esa energía infinita del amor para que te lleve al punto exacto donde el Creador quiere que estés para que aprendamos en conjunto. Es como comenzar un viaje largo y disfrutar el trayecto sin darle más importancia al final que al camino en sí, bajándote en cada parada para admirar el paisaje,  aceptando que por momentos el camino será accidentado y que también debes bajar a contemplar desde afuera la situación aceptando que quien maneja es el Todo Poderoso y disfrutando tu viaje único con aciertos y desaciertos; pues una vida jamás se repite dos veces. Queda de cada uno hacer que el viaje sea placentero hermoso y maravilloso o lleno de sufrimiento y dolor. Eres tú quien elige. Y deja que fluya… 

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