Hace un año un final... y un principio
Hace un año te despediste con un te quiero y tu último aliento de vida para comenzar a recorrer un nuevo camino de manos de seres maravillosos llenos de sabiduría, fuerza y amor. Comencé a sentir tu ausencia física, extrañe tu voz, esa risa escandalosa y nuestras largas pláticas llenas siempre de canciones, alegrías, locuras y muchas cursilerías.
Al irte llore tus recuerdos aceptando tu partida y sabiendo que tu dolor había desaparecido, pero sintiendo ese vacío de perder alguien valioso e irremplazable. Me confortaba el hecho de saberte en un lugar mejor donde ya pudieses descansar de tanto dolor y sufrimiento. Aprendí a aceptar mis días sin tu presencia, llorando lágrimas secas para no dejar marcas en mis ojos ni preocupar a los demás. Con el pasar de las semanas ya no dolía tanto pensarte. Podía sentir que estabas a mi lado por esas señales que me regalabas, el cielo azul infinito y tus canciones de rawayana que sonaban en cualquier sitio donde llegaba. Una mañana antes del supuesto fin del calendario maya, recobre las fuerzas perdidas y el ánimo extraviado y lo primero que hice fue “hacerme trampa en el cabello”, pues pensaba que si sabias que me había descuidado con mi aspecto físico vendrías a “halarme las pantys” en forma de reprimenda; ese día de camino a la peluquería el sol brillaba de manera hermosa, el cielo azul sin una nube me acompañaban en mi caminata, una brisa fría me acarició el cuerpo y una sensación de calma y paz me arropó por completo. Eras tú avisándome que todo estaba bien. Que justo de esa manera, en completa paz y calma te encontrabas.
Al irte llore tus recuerdos aceptando tu partida y sabiendo que tu dolor había desaparecido, pero sintiendo ese vacío de perder alguien valioso e irremplazable. Me confortaba el hecho de saberte en un lugar mejor donde ya pudieses descansar de tanto dolor y sufrimiento. Aprendí a aceptar mis días sin tu presencia, llorando lágrimas secas para no dejar marcas en mis ojos ni preocupar a los demás. Con el pasar de las semanas ya no dolía tanto pensarte. Podía sentir que estabas a mi lado por esas señales que me regalabas, el cielo azul infinito y tus canciones de rawayana que sonaban en cualquier sitio donde llegaba. Una mañana antes del supuesto fin del calendario maya, recobre las fuerzas perdidas y el ánimo extraviado y lo primero que hice fue “hacerme trampa en el cabello”, pues pensaba que si sabias que me había descuidado con mi aspecto físico vendrías a “halarme las pantys” en forma de reprimenda; ese día de camino a la peluquería el sol brillaba de manera hermosa, el cielo azul sin una nube me acompañaban en mi caminata, una brisa fría me acarició el cuerpo y una sensación de calma y paz me arropó por completo. Eras tú avisándome que todo estaba bien. Que justo de esa manera, en completa paz y calma te encontrabas.
Ha pasado un año desde que te fuiste y mi vida ha cambiado tanto. Comprendí que esa conexión tan grande que tuvimos en vida tiene un porqué, que nada sucede al azar y que somos parte de un plan perfecto dibujado por nuestro Padre para volver a ser uno solo.
Con tu partida física descubrí que somos almas gemelas, una luz idéntica compartida en dos almas diferentes; supe que eres mi complemento y mi opuesto pero a la vez mi igual y mi todo. Aprendí que experimentar los mismos estados de ánimo y pensar las mismas cosas supe que todo esto viene dado por esa conexión y que es el amor aquello que nos mantiene unidos vida tras vida para darnos felicidad.
Al marcharte pensé que moriría contigo, miraba a mí alrededor y nada de lo que tenía o lo que era me hacía feliz. El vacío me llenó por completo quitándome las ganas de seguir adelante; ya no existían razones para continuar luchando, solo deseaba que llegara el fin. Qué equivocada estaba.
El día de navidad de ese año recibí un mensaje tuyo diciendo “Papá Dios te manda a decir que aunque muchas veces no te has acordado de él, no te ha dejado nunca sola ni ha dejado de amarte” Para mí ese día fue el inicio de un viaje maravilloso de autoconocimiento y aceptación, donde mis trayectos van marcados por enseñanzas de mis Amados Guías quienes me muestran el camino correcto que en un futuro me llevará de nuevo a encontrarte. Me inicie en la búsqueda de comprensión personal, de cultivar y afianzar el amor a Papá Dios, a comprender que el equilibrio de mi vida viene dado por la paz mental, el perdón y el amor. Abandone lo que fui, comencé a intentar ser mejor. Leí libros de distintas corrientes religiosas, tomé lo beneficioso de cada uno y deseche el resto. Fue así como un día comencé a Amar Ángeles. Recordé esa historia hermosa que me regalaste el día de mi cumpleaños que me emocionó y me gusto tanto donde yo era el Ángel que había venido a este mundo a salvarte. Y me di cuenta que esa historia era verdadera, que realmente Papa Dios envió a uno de sus ángeles más hermosos a la tierra a cuidar a una persona especial, la doto de cualidades maravillosas con un corazón noble y una sonrisa encantadora, la envió a la tierra para dar felicidad, amor y alegría, así podría evitar que esa alma especial se perdiera en la tristeza y soledad. Pero la historia tenía un pequeño detalle equivocado, pues el Ángel siempre fuiste tú.
Hoy por primera vez en toda mi vida puedo decir soy feliz porque he aprendido que los amores verdaderos no los separa el tiempo ni la distancia, mucho menos la muerte. Que mi Ángel siempre me acompaña donde quiera que voy y que está enseñándome a vivir, a ser feliz amándome y amando a todo cuanto me rodea.
Gracias “Hamano de mi corazón”, mi todo. Gracias por mostrarme que se siente amar desde el alma, gracias por mostrarme el camino de regreso a nuestro Padre, por poner en el trayecto a mis maravillosos Guías y por permitir que siga aprendiendo contigo aunque sea desde diferentes planos. Hoy no lloro tu partida. Hoy le agradezco a Papa Dios continuar nuestro viaje juntos de regreso hasta el.
No me dejaste, solo fuiste a adelantar el camino para cuando yo esté lista; Te amo...
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