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Profundo agradecimiento a tres maravillosas mujeres

Ayer mientras le daba un poco de amor y cariño a mi casa poniendo los adornos navideños, comencé a pensar en lo Bendecida que soy al tener maravillosos Guías que trabajan conmigo incansablemente para que pueda lograr mi misión de vida. En un punto me senté y abstraída de todo comencé a pensar la manera como obraron a través de otras personas para mostrarme este camino tan hermoso que hoy transito. Tres grandes mujeres sirvieron de instrumento para abrirme los ojos, para hacer que comprendiera que formo parte de algo mucho más grande  que ellas y que yo. Ellas de una forma u otra me enseñaron que si tomaba el camino indicado podía lograr las cosas maravillosas que ahora puedo compartir con ustedes.

Les contaré un secreto. Yo nunca me sentí útil, jamás tuve nada que me causara pasión. Las  personas generalmente tienen alguna inclinación o fascinación por algo y muchas veces lo hacen propósito de vida. En mi caso no lo encontraba. Creía en un Dios que movía los hilos de mi destino y que nunca me abandonaba. Pero no era practicante o fanática de ninguna religión, oraba cuando lo recordaba o tenía alguna necesidad, sabía que Papá Dios que me escuchaba y miraba a lo lejos pero no sabía cuánto me amaba porque no me sentía digna de tanta atención. ¡Que equivocada estaba! Vivía mis días uno tras otro sin mayores sobresaltos preocupándome por cosas vanas y frívolas. Nunca me sentí capaz de hacer algo por los demás hasta que ayudé a mi Alma Gemela a hacer las paces con Papa Dios, con su padre fallecido y hasta con su propia alma. En él puse todo mi esfuerzo, tiempo, pensamiento, dedicación y entrega para buscar la manera de ayudarlo a ser feliz. En esos momentos sabía lo que en realidad debía hacer, comenzaba a hablarle de la grandeza del Padre y de su capacidad de perdonar cuando nos arrepentimos de corazón, sentía una fuerza interna enorme, como si mis pensamientos fuesen guiados desde más arriba. Lograba transmitir lo justo para mover su corazón, dar calma a su espíritu y alinear sus deseos físicos con los de su alma.

En el transcurso de esa época tuve a dos maravillosas mujeres que me apoyaron. La primera me servía como brújula, a ella recurría cuando mis pensamientos se agotaban y necesitaba saber que deparaba el futuro. Mi amiga entrañable quien practicaba conmigo sus recién adquiridos conocimientos de tarot lograba abrirme el entendimiento con sus lecturas de cartas; recuerdo que siempre decía que yo tenía muchas bendiciones del cielo, que una luz muy grande había dentro de mí y que debía dar un cambio a mi vida para poder recibirlas. En el proceso de enfermedad de mi A.G. ella siempre de manera puntual y exacta lograba decirme lo que sucedía o estaba por ocurrir.  Nunca ponía en duda sus “predicciones” así que tomaba acciones de acuerdo a lo que me aconsejaban el tarot. Así ganamos mucho tiempo, regalamos alegría y esperanza a ese hermoso ser de sonrisa encantadora. De no ser por las señales que mis Guías le dieron a mi querida Heidi no habríamos alargados esos 3 meses de vida que le habían dado en un principio. 

La segunda mujer es mi Alma Compañera, quien ha reencarnado conmigo durante las últimas 7 veces. Esposa de mi A.G y madre de su hija; la mujer más buena que he podido conocer. Ella regresó a mi vida porque algo mas fuerte la movió y decidimos juntar esfuerzos para regalarle paz, amor y tranquilidad a mi A.G. Ambas pudimos darle esa familia que él desde lo más profundo de su ser añoraba para ser feliz. Durante esos meses ella lograba darse cuenta de la intensa conexión que compartíamos, de los cambios de ánimos que ambos experimentábamos al mismo tiempo, de los “milagros” que sus ojos fueron capaces de ver con respecto a su salud. Ella fue copartícipe de la historia maravillosa y extraordinaria que vivimos en los espacios de una clínica. Sin su presencia, sin su ayuda no habríamos logrado las cosas maravillosas que hicimos guiadas por nuestro Padre en los últimos días de vida de mi A.G. Sin ella a nuestro lado la dicha y la felicidad que experimentamos en esas 4 paredes jamás habría sido alcanzada. Ella me dio el regalo más grande, las últimas palabras de mi A.G antes de dejar este plano físico y lo hizo con todo el amor y la misericordia que su corazón pudo sentir, porque comprendía que desde arriba algo mucho más grande nos unía. Sin ella, no habría podido seguir avanzando después de la partida de mi A.G. Mis Guías la dejaron a cargo para ser mi apoyo, mi paño de lagrimas, mi ayuda y mi empuje para seguir luchando.

La tercera mujer entró en mi vida en forma de Bendición un 24 de diciembre para darme un regalo hermoso. Permitió la canalización de mi A.G. donde me decía que se encontraba bien en paz y que todo dolor ya había pasado. Que ahora por fin había descansado y me comunicó que “Papá Dios te manda a decir que aunque muchas veces no te has acordado de él, no te ha dejado nunca sola ni ha dejado de amarte” ese día se movió dentro de mi algo enorme. Arrodillada en el suelo en vista de tanta maravilla decidí entregarle mi vida a Papa Dios y que desde ese día en adelante yo haría su voluntad poniendo a un lado la mía. Esa Hermosa mujer con un alma pura y noble llena de bondad y al servicio del Padre me contó su historia de vida y me permitió aprender a su lado,  a sentir, ver y oír todo lo que para mi hasta ese momento había sido irreconocible. Sin su entrega y su dedicación jamás habría podido lograr lo que puedo hacer hoy. Ella es mi primera maestra espiritual, con quien jamás sentí miedo sino una profunda confianza, respeto y reconocimiento como ese ser de luz trabajador incansable que es. Una vez más mis guías pusieron a Mariana en mi camino de forma poco convencional para seguir adelante con mi misión.
De la primera aprendí a creer que nada es casual, que Papa Dios y mis Guías se valen de los medios necesarios para entregar sus mensajes, de la segunda que aunque transitemos una nueva vida sin siquiera vernos, lo lazos de luz no se rompen y que en el fondo de nuestro inconsciente quedan esos sentimientos y lecciones aprendidas en las vidas pasadas. Y la tercera me enseñó que el más allá existe, que al igual que hay arriba existe un abajo, y que aun cuando nuestro pasado no es tan claro somos capaces de redireccionar nuestro futuro, y que cuando te llaman a servir debes hacerlo con amor y entrega para que poder tocar y mover corazones.  
A las tres quiero agradecerles desde lo más profundo de mi corazón. Quiero que sepan cuanto las amo y lo importantes que han sido, son y serán en mi vida. Que sin su entrega desinteresada y su trabajo armónico en consonancia con el cielo lo que soy hoy, quien soy hoy jamás lo hubiese podido lograr y espero que Papá Dios siga juntándonos vida tras vida para seguir trabajando juntas. Las amo infinitamente. Gracias por tanto…

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